Época: civilización minoica
Inicio: Año 1700 A. C.
Fin: Año 1450 D.C.

Antecedente:
Los nuevos palacios

(C) Jacobo Storch de Gracia



Comentario

En la arquitectura palacial, Cnosós es el mejor y más conocido ejemplo para estudiar los logros minoicos en este campo. Su historia y descripción constituyen el mejor modelo para comprender el apogeo de la primera civilización europea y su pervivencia en la memoria colectiva posterior.
La colina de Cnosós está situada a unos 5 kilómetros de la costa, sobre la vía natural hacia el interior de la parte central de Creta. Su población fue continua desde el Neolítico hasta prácticamente nuestros días, y su historia arqueológica comenzó, de hecho, con los intentos de excavación por parte de Schliemann tras sus trabajos en Troya (1870) y Micenas (1876). Después de estos éxitos, el arqueólogo alemán quiso probar suerte con Cnosós, que ya había sido objeto de la atención de otros arqueólogos y, a consecuencia de un conocido incidente comercial (las alteraciones de los límites de la finca que iba a comprar y la consiguiente anulación del contrato), sus deseos no pudieron verse cumplidos.

El 23 de marzo de 1900, una vez adquirida la colina de Cnosós por Sir Arthur Evans, comenzaron las excavaciones con treinta obreros. Aún hoy sorprende el ritmo de los trabajos: en la primera campaña, toda la parte oeste estaba al descubierto; al año siguiente lo era el ala este. En dos años, el salón del trono, el patio central, la gran escalera, los almacenes y la residencia real quedaron a la vista. Al final de la tercera campaña, casi todo el palacio se hallaba excavado, continuándose en los años siguientes con la excavación de otros edificios exteriores, tales como la Vía Procesional, el Pequeño Palacio, la Tumba de Isópata, etcétera, además de la consolidación y la discutida reconstrucción del palacio que, todo sea dicho, permite hacernos una idea muy aproximada del aspecto original del conjunto.

Cnosós, con sus 17.400 metros cuadrados construidos y unas 1500 habitaciones, constituye el principal de los palacios cretenses y en el que Evans vio la sede del mítico rey Minos. De él tomará el nombre para toda la cultura de la isla y para las divisiones cronológicas, consagrado en su monumental trabajo "El palacio de Minos".

Todo el complejo se aglutina en torno al patio central y dividido en dos grandes conjuntos, oriental y occidental, separados por sendos accesos al norte y al sur. Debido a la forma de construir de los minoicos, añadiendo habitaciones progresivamente, estos corredores no guardan una disposición rectilínea, sino que están acodados varias veces, siguiendo un recorrido tortuoso. Esta característica es compartida por la disposición de las habitaciones en varios pisos, unidos por escaleras y pozos de luz, cuyas intrincadas ruinas serán percibidas por los griegos clásicos como un lugar de horror, en el cual Minotauro daba rienda suelta a su instinto animal.

El acceso al palacio desde el patio oeste se efectuaba a través de una habitación cubierta, el porche occidental, donde existía un fresco en relieve con el tema del juego del toro. El camino proseguía por el corredor de las procesiones, un largo pasillo en ángulo y así llamado por estar decorado con un fresco en el que jóvenes de ambos sexos y de tamaño natural portaban ofrendas valiosas. A mitad de camino del segundo tramo, el corredor permitía el acceso a una monumental entrada con escalera hacia el piso superior; es el llamado propíleo sur, al ser su estructura la misma que permite el acceso a través de las murallas de ciertas ciudades, tal como ocurre en el caso de Troya.

En este caso, el propíleo está concebido como una estructura interior, novedad en la arquitectura minoica, y en sus paredes continuaba el friso de las procesiones, del que tan sólo ha quedado en aceptables condiciones el copero real, una de las pinturas más conocidas de Cnosós. El corredor proseguía su camino hacia el este y luego hacia el norte, tras un nuevo quiebro, hasta desembocar en el patio central, coincidiendo con el acceso sur del palacio, éste porticado y hecho con enormes bloques de piedra, salvando con tramos escalonados el brusco desnivel de la colina. Por el norte, la Vía Procesional conducía a la llamada área teatral y desde allí se penetraba en el palacio por medio de otro corredor, una vez traspasado el propileo norte y sala de los pilares, una habitación hipóstila de gran tamaño de la que partía un pasillo hacia el patio, con galerías porticadas a ambos lados. En estos pórticos, los frescos de estuco en relieve representaban diversas escenas de toros, de las que ha pervivido una enorme cabeza de un toro rojo, visible a lo largo de toda la antigüedad y responsable, con toda probabilidad, de la asociación del mito de Minotauro con estas ruinas.

El patio central, de 50 por 28 metros y orientado de norte a sur, divide el palacio en dos grandes sectores, con fachadas prácticamente regulares.

En conjunto, en la distribución de las habitaciones, el ala oeste corresponde a la zona oficial y de almacenes, mientras el ala este se hallaba ocupada por los talleres de los artesanos y la residencia particular de la jerarquía nobiliaria del palacio.

Desde el patio central y hacia el oeste se accedía al recinto más conocido de Cnosós, el salón del trono, una habitación pequeña de indudable importancia. Un banco corrido a todo lo largo de sus muros se interrumpe en un punto en el que deja lugar a un trono de alto respaldo y asiento anatómico, hecho en alabastro y con evidente cuidado, imitando un prototipo de carpintería. En las paredes, la decoración pictórica recalca la trascendencia de la habitación, al representar grifos, animales fantásticos utilizados como símbolos de la divinidad y la realeza. Muy próximo al salón del trono, al otro lado de una enorme escalera que da acceso al piso superior, resalta una capillita con una fachada de tres cuerpos, el central sobreelevado y todos con columnas; es el llamado santuario del palacio (shrine), con habitaciones anejas, las cámaras del tesoro, en las que aparecieron las ofrendas del santuario, entre las cuales sobresalen las célebres sacerdotisas de las serpientes. La fachada del santuario estaba rematada por representaciones esquemáticas de lo que Evans denominó los cuernos de la consagración (consecration horns), como símbolos parlantes del culto minoico, en el cual el toro desempeñó un papel fundamental.

En la parte posterior de las habitaciones oficiales, toda una serie de estrechas y largas habitaciones paralelas cobijan los recipientes de almacenamiento de los productos agrícolas cosechados en la región dominada por el palacio. La capacidad máxima de los almacenes de Cnosós se ha calculado en torno a los 250.000 litros, a partir de las tinajas (píthoi) que pudieran albergar, con una media de 586 litros por cada pithos. A estos almacenes hay que sumar los silos (koulouras) del patio occidental, de gran capacidad.

Encima de los almacenes se prolongaba el piso superior de las habitaciones oficiales, el llamado piso noble, entre cuyos restos Evans pudo rescatar el fresco de la Parisina, otra de las pinturas más conocidas y atractivas de Cnosós.

Todas estas habitaciones daban al patio central en una fachada de varios pisos, cuya reconstrucción es tan sólo supuesta a partir de los restos hallados y algunas representaciones en pinturas, joyas y sellos. En el ala este, los restos conservados permiten una visión mejor de un edificio minoico. La parte principal de esta ala la constituyen las habitaciones residenciales, distribuidas en varios pisos y dispuestas escalonadamente colina abajo, con terrazas y galerías abiertas hacia el este y el sur. Desde el patio central, una imponente estructura arquitectónica daba acceso a cinco pisos, la Gran Escalera, conservada en buena parte de sus zócalos y jambas. Fue reconstruida por Evans al levantar los elementos caídos y colocar columnas de piedra y vigas de hormigón, allí donde las basas y huecos dejados por la madera carbonizada indicaban su antigua existencia. Se han conservado cuatro niveles de la Gran Escalera y el principio del quinto.

Las habitaciones residenciales son estancias pequeñas reunidas en conjuntos mayores, en torno a un pozo de luz, y unidas a otros grupos de habitaciones por corredores y escaleras. De trecho en trecho, excusados y salas de baño con un perfecto drenaje, guardan una sorprendente similitud con instalaciones sanitarias actuales. El agua era conducida por tuberías de barro cocido, y el drenaje se efectuaba por una red de canales; el principal de ellos contaba con una sección oval de la altura de un hombre. Entre estas habitaciones destacan las llamadas por Evans, el mégaron del rey y la sala de las dobles hachas; en esta última, unos pilares con grabados de dobles hachas o bipennes ha dado lugar a la sugestiva teoría sobre el origen de la palabra laberinto, existente ya en las tablillas del Lineal B. En efecto la doble hacha se denominaba labrys y era utilizada como símbolo parlante sagrado; laberinto sería, sencillamente, la casa de la doble hacha.

Las habitaciones del ala este son de tamaño más reducido que las salas oficiales, aunque su altura es uniforme, de 3,5 metros y su disposición interior, de muros ciegos, sólo permite su iluminación a través de los numerosos patinillos o pozos de luz. Las paredes se hallaban profusamente decoradas con frescos, la mayoría casi completamente perdidos. De una sala de esta parte del palacio, colindante con el pequeño patio oriental, procede el famoso fresco de los acróbatas sobre el toro.

La parte norte del ala oriental estaba ocupada por una serie de dependencias dedicadas a tareas artesanales, deducibles del material encontrado: alfarería, orfebrería, grabado de sellos, talla de vasijas de piedra, trabajo de marfil, perfumería, etc. El plano general del palacio incluye también ciertas casas señoriales, dispuestas aquí y allá, en íntima relación con el conjunto y sin límites claramente señalados.

En resumen, el palacio de Cnosós revela de un modo preciso el concepto de construcción y el estilo de vida minoicos, caracterizado básicamente por la integración de distintos cuerpos de edificios en torno al elemento principal, el patio, con ambientes diversos pero no tajantemente separados. El resultado en el exterior es un complejo de habitaciones, terrazas, galerías y escaleras de enorme plasticidad, muy bien adaptado al contorno de la colina e integrado en el paisaje de forma natural. El gusto por la decoración refinada y los motivos decorativos elegidos para ello indican, asimismo, el talante vitalista y pacífico de sus moradores, dotados de una personalidad artística muy peculiar.

Al este de Creta se halla el menor de los cuatro grandes palacios minoicos y el excavado más recientemente. Desde 1960, los trabajos de N. Platon han puesto al descubierto un complejo de unos 4.250 metros cuadrados, con las mismas características de los restantes palacios, además de conocerse una mayor extensión de casas nobiliarias anejas al conjunto central, con calles pavimentadas entre ellas. Muy relacionado con Cnosós y sin un territorio bajo su dominio, Zakros constituía en realidad un puerto comercial, la última escala en Creta hacia los puertos orientales o de Egipto y adonde llegaban los productos procedentes de estas tierras, básicamente marfil, oro, piedras semipreciosas, cobre, etc., cuyos depósitos se han encontrado en las excavaciones del palacio.

Del mismo período de los Nuevos Palacios data el conjunto de Hagia Tríada, a unos 3 kilómetros de Faistós y de menor extensión. Se le supone una función de residencia estacional de los gobernantes de Faistós en las cercanías del mar, con un trazado más irregular, en forma de una gran L; uno de cuyos brazos eran los aposentos del palacio y el otro, un conjunto de almacenes y talleres. De una habitación situada en la confluencia de los dos brazos procede un grupo de tablillas con escritura de Lineal A, la forma más antigua de la escritura lineal cretense. Las paredes de los aposentos estaban revestidas de estuco de buena factura y se han podido recuperar numerosos fragmentos de decoración pictórica.